Perdí una apuesta con el tailandés de mi trabajo, así que le invite a tres rondas de cerveza.
Allí estuvimos en la terraza del Gym, con unas maravillosas vistas de todo Shanghai desde el piso 27. con las cervezas y hablando como podíamos debido a las dificultades con el idioma. Pero pese a ello estaba cómoda en su compañía. Al irme del Gym el tailandés quiso acompañarme a casa y lo que le dije que no hacía falta ya que vivía en la misma calle a una sola manzana. Pero el insistió así que accedí y en la puerta de mi casa le propuse invitarle a unos pinchos en la calle (no se porque pero el caso es que estaba agusto y no quería volverme a casa, el trayecto se me hizo corto).
De camino a los pinchos estuve dándole vueltas a la cabeza, de porque estaba haciendo lo que estaba haciendo. Acaso me empezaba a gustar?
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Deposita una estrellita en mi bote!^_^